FIB,
LA CRÓNICA DE LA BLOGGER MENOS BLOGGER.
No
lo puedo evitar, estoy de bajón. Y es que me lo pasé tan bien este
sábado en el FIB que se me antoja tonto contarlo, eso hay que
vivirlo.
Supongo
que cada persona vive distinto la experiencia de un festival, depende
mucho si vas en modo tranquilo, o si vas a estar en las primeras
filas para ver a ese grupo con el que sueñas desde que descubriste
su nuevo álbum -eso me pasó a mí con Muse, el responsable de que
este año vuelva al FIB-, o si eres un asiduo a festivales del mundo,
o si es tu primera vez...
Para
mí no era la primera vez en el FIB, pero un gran amigo, después de
casi olvidarse de mi cumpleaños, tuvo la genial idea de regalarme la
entrada -creo que para que me callase- y pudiese ir a ver el directo
de Muse. Nunca se lo agradeceré lo suficiente, pero que deje de
olvidarse de mi cumpleaños, esta jugada no le servirá siempre.
Este
año por la costa hacía calor durante el día -28,5ºC- y refrescaba
durante la noche-17,5ºC-, así que podía optar por ir en pantalones
cortos y congelarme después de salir de la sauna de ver a Muse, o
podía ponerme unos pantalones largos asarme un poco más en la
marabunta de las primeras filas -que en un concierto así es
estar en las 100 primeras- y salvaguardar mi integridad física para
el relente de las 3 de la mañana. Al final opté por un peto vaquero
y una camiseta de rayas.
Para
llegar al recinto primero hay que conseguir aparcar, nada fácil en
FIB, por mucho aparcamiento que haya habilitado siempre parece hacer
falta más. Cuando llegamos el aparcamiento más cercano al recinto
de conciertos estaba lleno y no se podía acceder a él, así que
aparcamos en un descampado al otro lado de la nacional. Hay un buen
paseo de 15 minutos hasta la entrada, así que si vais os recomiendo
un abanico y un sombrero que no tengáis miedo a perder.
Una vez llegas a la puerta primero enseñas la entrada, y te la taladran, a mí con una estrellita, después pasas a que te pongan las pulseras, y se quedan con la entrada impresa.
Recordad que no dejan entrar bebidas ni comidas dentro del festival.
Me
dio pena que me cortasen los extremos de la pulsera había piñas y
flamencos. Ya sé que lo hacen para evitar que te la saques y se la
pases a otro, pero me hubiese gustado tenerla entera.
Una
diferencia con el LOW Festival es que en el FIB se paga con tickets
que puedes comprar en la caja de cada una de las barras de bebidas
-las comidas se pagan con dinero contante y sonante-.
Nuestro
menú gastronómico del banquete fiber comenzó con una exploración
del escenario Las Palmas -escenario grande-, donde conocimos a
Cápsula, unos argentinos que rindieron tributo a David
Bowie cantando sus grandes éxitos, que recogieron en el álbum de 2012 “Dreaming of the rise and fall of Ziggy Stardust and the
spiders from mars”.
Vídeo subido a Youtube por Eric Burton Deep
Después de este buen sabor de boca nos surgió una duda, acampábamos en las 10 primeras filas del escenario Las Palmas y veíamos caer cada gota de sudor de Matt Bellamy, Dom Howard y Christopher Wolstenholme, o nos íbamos a recrear nuestro paladar musical con otros platos complejos.
Al
final ganó la variedad exótica de ir pululando de escenario en
escenario.
La
siguiente parada en nuestro tour fue el escenario Visa, donde vimos a
La Femme, una deconstrucción del sonido yeyé
infusionado con sonidos ochenteros. Yo le vi un punto gamberro que me
encantó, de hecho tocaron una canción psicodélica perfecta para
“fumar hierba”.
Missy Sale |
Vídeo subido a Youtube por Cristian LJ
Nos
quedamos en ese escenario un poco más, y es que tocaba Zahara.
Ya la habíamos visto en 2015 en el LOW Festival, pero es que su
canción “Caída Libre” siempre me pone de buen humor, aunque para mí siempre se llamará “Yola mola mil”.
Dato
fashionista, Zahara se ha cortado el pelo y lleva el pelo platino y
raíces oscuras, no sólo las actrices de Hollywood son trendy,
nuestra Zahara también.
Cotilleo,
parece ser que Andrea Levy estaba viendo las actuaciones en el
escenario Visa, pero yo no la vi. Al final todos somos humanos y los
políticos también van de festival.
No
había tiempo para parar, muchos platos que probar y poco tiempo. El
siguiente punto gastronómico fue el escenario de Radio3, y la
delicatessen fue la música de Baywaves –con quien
Pedro Sánchez se hizo una foto entre bambalinas, pero yo no lo vi en
el concierto-. Me gustaría poder tener un conocimiento más amplio de
los estilos musicales para poder enclavar a las bandas que veo, pero
al final la clasificación más importante es “Me gusta” y “No
me gusta”, y ese punto electrónico-psicodélico fue una antesala
perfecta para los platos fuertes del escenario Las Palmas.
Missy Sale |
Vídeo subido a Youtube por Andrea Vega
Final del Proyecto Demo en la Sala Marco Aldany, Madrid, abril 2015
Se acercaba la hora de tomar posiciones para ver a Muse, así que no había mucho tiempo para perder. Arrastré a mis amigos reptando entre la gente que ya estaba preparada para saltar con las canciones de The Coral, íbamos de hueco en hueco intentando llegar a un punto lo más privilegiado posible.
Al
final acabamos en medio de un grupo de ingleses que coreaban las
canciones de The Coral a todo pulmón. Reconozco que me
sentí intimidada, yo no me sabía ninguna, eso sí ser asidua oyente
de Radio3 hizo que, por lo menos, me sonasen algunas canciones.
No
puedo hablar mucho de la puesta en escena de este grupo, entre los
ingleses altos, y que una amable seguidora se subió a los hombros de
su no menos amable amigo, me dejaron ver poco.
Este
grupo lo enclavan en el resurgimiento de las bandas guitarreras que
hubo a principio de los '00 ¿Y eso qué quiere decir? Pues que se
dejaron de experimentos raros como el R&B enlatado, el rock indi
con influencias folk, y demás fusiones e infusiones y volvieron a
utilizar la composición clásica con guitarras, bajo, batería
¿La
música? Pues ecléctica, tal y como la definen los expertos, mezcla
entre pop inglés de los '80, country, algo de psicodelia. Vamos que
yo el resurgimiento de las guitarras no lo tengo muy claro, pero si
los que entienden lo dicen, yo os lo cuento.
Acabó
el concierto de The Coral y hubo algo de movimiento en las
posiciones, volvió el deslizarse sibilinamente para acercarse a una
zona central y lo más cerca posible del escenario. Hasta que miré
mal a una chica con cara de
“me-hago-la-despistada-y-me-acerco-al-escenario” y pensé que no
quería que me mirasen a mí así, y dejé de avanzar.
Fueron
45 minutos de espera, paciente al principio, enervante más tarde y
agobiante casi al final.
La
gente poco a poco se iba poniendo nerviosa, entre la sensación de
anchoa del cantábrico dentro de una lata demasiado pequeña, y el
calor que surgía del asfalto la cosa se ponía poco a poco más
tensa. A cada movimiento que se hacía en el escenario un mar de
pantallas de móviles subían para captar el principio del
espectáculo.
Unos
técnicos programaban las luces, móviles en alto, se apagaba la
música ambiente, móviles en alto, alguien tosía fuerte en las
primeras filas, móviles en alto.
Los
últimos 10 minutos fueron casi un infierno. Y cuando parecía que el
tiempo se había detenido el Sargento Drill apareció en las
pantallas del escenario y todo el púbico coreaba el “Yeah Sir”,
y empezó el riff de “Psycho” y comenzamos a saltar como
posesos.
No
lo voy a negar, estuve las tres primeras canciones saltando cual
gnomo en el campo, y sudé mucho -cosa nada glamourosa-.
Foto extraída del instagram del FIB Muse |
El
concierto fue como una ola, es decir, que tuvo subidas y bajadas,
supongo que para que no nos diese un soponcio de tanto saltar
tuvieron a bien ir intercalando canciones un poco más relajadas -si
es que se puede decir que hacen alguna relajada-.
Y
cuando estabas ya rendido a la banda van y sueltan doce gigantescos globos blancos llenos de confetti con la forma de los soldados que
aparecen en la pantalla del álbum Drones. Lo malo, que los globos no
fueron hacia las filas de detrás del concierto, al final acabaron en
los laterales, una pena que no viajasen más.
Vídeo subido a Youtube por Pistolerdo
El final del concierto fue con la canción “The Globalist”, que no es una que me guste demasiado, la letra me parece terriblemente lúgubre, y además el silbido del comienzo siempre me lleva a una película de western clásico, el típico duelo en la calle principal. Aunque en este caso la canción venía acompañada con una proyección en las pantallas del escenario de cómo podría ser el fin de la civilización, la caída de miles de bombas atómicas mientras sonaba el riff de la guitarra y la destrucción de todo lo que conocemos.
Los
pelos como escarpias al recordar cómo lo que parece una balada, con
Matt Bellamy a los teclados, habla de cómo ha quedado el mundo después
de las bombas. Después salieron del escenario y se quedó sonando la
última canción del disco “Drones”. Nunca oiré estas canciones
igual después del concierto del FIB.
Vídeo subido a Youtube por Pistolerdo
Aún
faltaba mucho para que se cumpliesen las dos horas de concierto que
estaban programadas, así que venían los bises.
Y
sonaron los teclados de “Mercy”, y todos comenzamos a saltar y a
corear. Estallaron cañones cargados de confetti y las serpentinas.
Sin palabras me quedé, y eso que yo tengo siempre guardadas en la
recámara.
Los
bises fueron escasos, parece ser que por culpa de las serpentinas que
se quedaron enganchadas en los carros de los focos.
Cuando
acabó me sentí contrariada, por fin podía moverme como ser
independiente y no como parte de la masa de las primeras filas, pero
es que ya se había acabado, y se me había hecho tan corto.
Foto extraída del twitter de @Gonzalo_Zon Muse, la apoteosis final |
Con
tal subidón musical desalojamos el escenario central y fuimos a ver
a Delorean en el escenario J&B, me encantan pero
como el año pasado ya los vi en el LOW Festival, accedí a cambiar
una vez más de esceanrio para ver a Neuman, en el de
Radio3. A este grupo lo conocí en un mini-festival en una playa en
2014 -muy anuncio de cerveza edición verano-, y me encantaron, así
que aprovechando que los tenía cerca fuimos a verlos, por supuesto
en las primeras filas, eso sí en un lateral, para alejarnos de los
agobios.
Era
hora de hacer un descanso y tomar algo en las food trucks. No dejé
que mis amigos se despistasen, quería ir a ver la puesta en escena
de Disclosure, en el escenario Las Palmas, los tengo en
mi lista de Spotify para ponerme de buen humor y con ganas de salir
con los amigos. La verdad es que no me imaginaba una concierto de
ellos, rodeados de tanta cosa -cada una con su nombre específico y
que no conozco, por supuesto-. Estuvo muy bien, eso sí en este
concierto me quedé al lado de la barra, así tenía espacio para
bailar y no importunar a nadie.
Foto extraída del instagram del FIB Disclosure |
Aquí
comencé a arrastrar a los amigos, eran las 3:15 h de la madrugada,
llevábamos 19 h, casi que era más normal lo suyo, y no tanto lo
mío. Conseguí que fuesen, por enésima vez, a la carpa de Radio3 y
estuviésemos en la sesión de HAL9000 DJ, que mezcló
de todo, desde Nirvana a la canción de Mark Robson “Uptown funk”,
recordé grandes éxitos de cuando salía en la universidad -me hizo
sentir un poco vieja, bueno mejor dicho vivida-. En estos momentos no
pude obligar a nadie a que se uniese a mi barco de ir a otra sesión
de DJ's u otro concierto.
Aunque
conseguí ver el final del concierto de Breakbot, y eso
sólo porque estaba en el escenario Visa, de camino a la salida. Por
cierto me encantó, tengo que incluirlo a mis listas de Spotify.
Así
acabó mi noche a las 4 de la madrugada, cansada, muy cansada y más
feliz que un perdiz por estar destrozada por haber saltado y cantado
tanto.
El
próximo festival de este año, el LOW.
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