LA
TIENDA DE MI BLOG
Que
nadie se confunda, yo no vendo mi ropa ni loca, aún puedo apretujar
más mis prendas para hacer sitio a las pocas nuevas adquisiciones
que van entrando. Y es que muchas veces me siento tan bien con lo que
llevo puesto -eso no quiere decir que vaya ideal, sólo que yo me
siento ideal- que no podría deshacerme de mis pequeños tesoros,
tengo mil historias que vuelven a mi con cada prenda. Como el vestido
mostaza y granate que llevé en una tarde de cocktails con mis
queridos conspicuos en AcciónDecor, o la falda negra que llevé para
ver el Rey León en París cuando Gloria y yo nos fuimos de
vacaciones. Para mí las prendas son recuerdos.
En
fin este no es el tema, en realidad el tema es que estoy un poco
harta de las tendencias, y estoy remoloneando para no tener que
escribir un post sobre la rejilla, el estampado de palmeras, o
escribir otra línea sobre el estampado de flores. Dejadme sólo un
poquito más sin hablar de tendencias, como que “el blanco está de
moda este verano”.
Y
claro, tanto intentar escapar de mis deberes como blogger amateur
que me da por barruntar cosas raras -últimamente estoy que me salgo
de tanto pensar-. En las últimas semanas he entrado en algunas de
las tiendas que tienen montadas las egobloggers, patrias o no.
Se suponen que, como diría La Condesa, subastan su patrimonio, sin
embargo ¿qué nos venden las egobloggers? No he podido evitar
fijarme en una cosa, hay un montón de ropa con la etiqueta puesta, o
con una única puesta. Y la fotografía que ilustra la prenda es del
blog, por tanto a mi me ha dado por imaginar que esa prenda sólo ha
sido estrenada para salir una única vez en el blog, y después su
vida útil para la blogger ha concluido.
Que
conste que no me importaría que me inundasen de ropa, eso sí que
sea de una talla más grande, que a mi la 36 me cabe en una pierna-.
Aunque si soy sincera me parece que hay mucho de espejismo, los
egoblogs han nacido y crecido como inspiración real de lo que
pasa en las aceras de los pueblos pequeños del mundo. Así las
fashionistas amateurs que no pueden pagar 3.400 € por una
mochila graffiteada de Chanel, encuentran cómo utilizar la
mochila del instituto y ser cool. Pero si mi egoblogger de referencia
cambia de ropa cada mes, no puede inspirarme cómo reutilizar los
vestidos de verano, o las vidas que puede tener una falda de pata de
gallo -para ello una de las estrellas es My daily style, con una
sección re-wear
No
quiero ofender a nadie, esto sólo es una opinión, que puede que
cambiase si no lo viese desde mi pueblo pequeño con mi blog de andar
por casa. Por supuesto que me encantaría que me llevasen a París
los de Dior y me mimasen como a una reina, y yo les dedicaría por lo
menos tres posts, pero estos blogs tan influyentes ¿qué me venden?
Son como las nuevas revistas, en las que lo único que puedes comprar
es el papel en el que están impresas.
Actualización: hace un par de días, el 7 de mayo, me encontré con un post en la web Tendencias, y me aclaró muy mucho mi duda existencial sobre las tiendas virtuales de los blogs más conspicuos del panorama de la moda. Parece ser que sí tenía razón mi intuición, las bloggers más punteras venden la ropa que les regalan, que suele tener sólo una puesta, ahora sólo falta que su talla de muñeca sea la misma que la nuestra, y que el precio sea razonable. En el post encontraréis los portales donde tienen sus tiendas las egobloggers más conocidas.
Este fin de semana he estado en Albacete, en principio para desconectar de mi pueblo pequeño y de mis circunstancias. Muchas gracias a Paco por ser un anfitrión tan bueno, conseguí olvidarme de todo. Bueno de todo no, estuve atenta a si vislumbraba alguna de las tendencias que se ven por el mundo fashionista y que hay veces que en el mundo de los vivos no llegan hasta mucho tiempo después -post “Qué bonito, pero ¿eso se lleva de verdad?”- y sinceramente, ni una cazadora pastel, ni un abriguito tirado por los hombros, eso sí mucho lunar y mucho pantalón corto, sin rastro de la primavera por ningún lugar.
Este fin de semana he estado en Albacete, en principio para desconectar de mi pueblo pequeño y de mis circunstancias. Muchas gracias a Paco por ser un anfitrión tan bueno, conseguí olvidarme de todo. Bueno de todo no, estuve atenta a si vislumbraba alguna de las tendencias que se ven por el mundo fashionista y que hay veces que en el mundo de los vivos no llegan hasta mucho tiempo después -post “Qué bonito, pero ¿eso se lleva de verdad?”- y sinceramente, ni una cazadora pastel, ni un abriguito tirado por los hombros, eso sí mucho lunar y mucho pantalón corto, sin rastro de la primavera por ningún lugar.
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